Resumen
El desarrollo profesional del bioquímico debe caracterizarse por una actualización continua y constante. Sin lugar a dudas, la universidad aporta los conocimientos y habilidades básicas que hacen que los bioquímicos argentinos se distingan de los egresados de carreras equivalentes a Bioquímica en muchos países del mundo. Sin embargo, es esencial que, una vez finalizada la carrera de grado durante la cual el alumno se dedica al estudio riguroso de una amplia gama de asignaturas tanto científicas como técnicas, que abarcan desde ciencias básicas, como Biología, Química, Física, y Matemáticas hasta otras aplicadas como Bioquímica Clínica, el egresado continúe con su formación de posgrado. Esta etapa fundamental tiene fecha de inicio, pero no de finalización. A lo largo de toda su carrera profesional, el bioquímico deberá dedicarse a profundizar los conocimientos en áreas específicas de la bioquímica y a ampliar las competencias profesionales, para así acceder a roles más especializados en investigación, extensión, docencia, industria, ambiente o salud. Específicamente, los profesionales dedicados a la bioquímica clínica constituyen una parte esencial del equipo de salud, teniendo en cuenta que alrededor de un 70% de las decisiones clínicas se basan en los resultados aportados por el laboratorio. En la mayoría de los casos, su labor contribuye de manera significativa a alcanzar un diagnóstico precoz y preciso, a efectuar un seguimiento adecuado del tratamiento instaurado y a prevenir enfermedades mejorando la calidad de la atención médica. La reciente pandemia de COVID-19 evidenció claramente que los bioquímicos clínicos están a la vanguardia para dar respuesta a nuevas enfermedades y adaptar las pruebas de laboratorio no solo a las tecnologías emergentes, sino también al surgimiento de brotes de nuevas patologías, lo cual implica un reto intelectual y práctico. Los bioquímicos sólidamente formados han demostrado poseer la habilidad para desarrollar nuevos métodos diagnósticos, que mejoran la capacidad del sistema de salud para detectar y tratar enfermedades de manera más efectiva. Más aún, en algunos casos, han podido enfrentar satisfactoriamente el desafío de desarrollar nuevos fármacos y vacunas e incluso diseñar los ensayos clínicos que permiten la evaluación de la eficacia y seguridad de los mismos. Otro rol importante del bioquímico clínico es participar de programas de cribado y prevención, como, por ejemplo, la evaluación de lípidos y lipoproteínas para prevenir las enfermedades cardiovasculares o de marcadores del metabolismo de los hidratos de carbono para la prevención de la diabetes. Pero, además, es función importante del bioquímico asesorar al resto de los integrantes del equipo de salud e incluso a los propios pacientes. De hecho, en este momento, al actualizarnos, nos encontramos con evidencia científica sólida que nos lleva a un cambio de paradigma en algo tan sencillo y a la vez tan importante como son las horas de ayuno requeridas para la determinación del perfil lipídico básico (triglicéridos, colesterol total, colesterol de LDL, colesterol de HDL, y colesterol no HDL). Durante muchos años, nos esforzamos en resaltar que, para un estudio de lípidos, se necesitaba un ayuno de 12 horas, ni más ni menos, y ahora diversos estudios llevados a cabo en un número altísimo de individuos han hecho que distintas organizaciones nacionales e internacionales recomienden que estos estudios se realicen sin ayuno y no solamente porque es más práctico para el paciente, sino también porque la medición principalmente de los niveles plasmáticos de triglicéridos sin ayuno posee mayor valor predictivo para enfermedad cardiovascular que con ayuno, además de evidenciar otras ventajas. Pero, también es cierto que la mayoría de las solicitudes que llegan al laboratorio de análisis clínicos no solo incluyen el perfil lipídico, sino también otros parámetros, de los cualesprobablemente el más frecuente sea la glucemia. Como es bien sabido, para la medición de los niveles plasmáticos de glucosa se necesitan 8 horas de ayuno, por lo cual la recomendación actual sería que, cuando la solicitud incluya glucemia, todos los estudios, incluido el perfil lipídico, se realicen con esas horas de ayuno. Y en relación con la glucemia, otro cambio que surge de la evidencia y que avalan la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) y la Asociación Bioquímica Argentina (ABA), entre otras sociedades científicas, es que el valor de referencia ya no es menor de 110 sino menor de 100 mg/dL, por lo que uno de los criterios para efectuar el diagnóstico de prediabetes la presencia de valores entre 100 y.125 mg/dL. Es importante difundir estos cambios. Sin embargo, superar la inercia y cambiar paradigmas es un proceso complejo y desafiante. Se debe ser consciente de que el cambio genera incertidumbre, y la incertidumbre a menudo es percibida como una amenaza. Cambiar un paradigma no es solo una cuestión de presentar nuevas ideas, sino de proporcionar una evidencia contundente y consistente que desafíe las creencias anteriores. Este proceso puede llevar tiempo, ya que requiere de la capacitación, validación, aceptación, y adopción por parte de la comunidad en su totalidad, incluyendo a todos los integrantes del equipo de salud y a los pacientes.
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